Bién, es interesante el color que toma el debate finalmente:
Por un lado, gracias a la exacta puntualización en el tema legal de Javier que nos da luz en conceptos que, claro está, no conocemos en extensión los que, como yo, somos ajenos a ese múndo legal. Gracias por que nos hace ver el punto o puntos donde podemos incurrir en errores.
Es una prueba más de que muchas veces todos hablamos libremente pero con insuficiente conocimiento de causa.
De todos modos nuestro compañero JoseLuis, también plantea algo interesante y que contrasta con lo expuesto por Javier. Me atrevería a decir que en el fondo es lo que expresaba Divi con otro tipo de palabras.
Hay un contráste importante entre lo que es la teoría y lo que es la práxis de este tema.
Tengo entendido, al menos històricamente que, Las regulaciones legales se elaboran sobre el uso y práctica y no sobre lo que sería o no deseable. por que en definitiva, el uso es lo que define mejor cuan ámplia es la acceptación social de una práctica. y por el contrário, la Idea o mejor, los princípios son susceptibles de ser en realidad convenciones sociales momentáneas y suelen cambiar con relativa facilidad.
Las estructuras, legales claro, estilo SGAE, son creaciones inspiradas en unos principios que pueden remontarse al siglo XIX, como muchas otras cosas a las que estamos acostumbrados los de média edad y que nos parecen inmutables y necesárias. Pero hay que decir que algunas están entrando ya en el capítulo de lo obsoleto y son abandonadas por inanición entre rasgamientos de vestiduras de los que creen que no pueden de ninguna manera desaparecer. Las leyes evidentemente se adaptarán a la nueva situación como han hecho històricamente y hacen en la actualidad.
Si el Testamento Sacramental, hasta hace pocos años totalmente legal en España, existiera aún, sería poco menos que una broma peligrosa para los testários en una sociedad donde la secularización es un hecho social evidente y ahora positivo. Hace unos años, en una sociedad inmersa en la oficialidad del nacionalcatolicismo era impensable públicamente renunciar a esa rémora absurda del medioevo.
En ese sentido ¿tiene o no importáncia discutir los princípios básicos sobre los que se definen los derechos y las obligaciones? máxime si estamos en una sociedad que cambia con rapidez. ¿no corremos el peligro de generar un abismo entre lo que es la norma, positiva y necesária y la práxis real? en ese caso podríamos vernos inmersos, entre gritos de "tengo razón", en la paradoja del monstruo que describió R. Matheson en su magnífica "I am Legend".